Grip

Face

Puede que haya alguien que aún no reconozca los distintos rasgos de su rostro: si tiene vello facial, los colores de su piel, sus ángulos, si su expresión es serena, transparente o más bien de cristal polarizado. Habrá personas que no sabrán distinguir su sexo, su estatura, su peso, ni cuánto espacio ocupa su sustancia. No se toparán con una cartografía física, nada extraordinario en realidad; sólo personas que no esperaban la exquisita posibilidad de observar todo lo que carece de importancia. David Oliver, sin embargo, sabe de lo sustancial y lo sagrado: preservar la intimidad y proteger la sensibilidad. Grip Face es su subterfugio, su máscara particular.

Desde muy pronto, entendió el arte como una herramienta de supervivencia, lo que le llevó a una práctica polifacética que reexamina constantemente su universo simbólico. Pintura, escultura, instalación y dibujo forman la base de un lenguaje visual habitado por cuatro elementos recurrentes: el espejo, el pelo, la máscara y el disfraz. Estos símbolos evocan la memoria, la identidad, la protección y el deseo. Su meticuloso proceso multicapa construye un mundo metavisual que se mueve entre la abstracción y la figuración, lo digital y lo analógico, ofreciendo un espacio lúdico e introspectivo para diseccionar las preocupaciones de una generación hambrienta de significado.

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