Hans

van der Ham

MEMORIA O RECUERDO

El escritor danés Leif Davidsen escribió: «...uno no puede recordar cómo era. Creemos que podemos, pero el recuerdo está estrechamente relacionado con el olvido, y una imagen no ayuda a aclarar estos pensamientos o sentimientos».

El estudio de Hans van der Ham es el epicentro donde se destilan los procesos artísticos e intelectuales. Es un complejo creativo, un santuario donde la duda, la reflexión y la previsión se manifiestan físicamente. El misterio de si el artista crea a partir de la memoria o del recuerdo añade una capa de intriga. Recordar implica mantener en la memoria, lo que puede hacerse sin esfuerzo o sin voluntad. Recordar implica traer a la mente lo que se ha perdido o está disperso. Recordar implica un esfuerzo por volver a la mente y, a menudo, recrear en el discurso. Recordar sugiere refrescar la memoria por asociación o similitud. Cuando se le pregunta explícitamente qué significa un cuadro concreto, Ham dice que no tiene necesariamente una referencia específica. Esto no excluye la memoria o el recuerdo, pero indica una práctica orientada al proceso, en la que las imágenes evolucionan en la autonomía del pensamiento libre, y cada cuadro adopta su carácter único y su fuente de referencia. 

El estudio, de techos altos y generosamente iluminado, está dividido en dos espacios. Una empinada escalera conduce a un entresuelo y a un balcón que domina el espacio de trabajo. Como si de atrezo teatral se tratara, un grupo de esculturas, cada una con su temperamento y su presencia, vigilan ominosamente el espacio de trabajo. Estas expresiones crudas y primitivas, fundidas en yeso y ensambladas con madera o cerámica, son un oscuro ensamblaje híbrido de criaturas mitológicas que no resultan inmediatamente acogedoras. Junto con el piano vertical de pie, desempeñan un papel crucial en la obra del artista, añadiendo profundidad y significado a la comprensión de su práctica.


En el espacio de trabajo, muchos lienzos están pulcramente apilados y agrupados por tamaños. Como las páginas de una novela, las imágenes pintadas son interiores, introvertidas y anónimas, como para no perturbar el flujo de trabajo del artista. En una pared, varios cuadros más pequeños cuelgan muy juntos. Dos caballetes, uno con un cuadro recién empezado, pueden colocarse en función de cómo incida la luz del día en la habitación. Los cuadros de Hans van der Ham, que van desde grandes formatos de 300 x 200 cm a retratos íntimos de 40 x 30 cm, muestran su versatilidad y su capacidad para trabajar a distintas escalas y estilos. El tema recurrente de los personajes no existe sólo como símbolos arquetípicos, sino como figuras con diálogos y agendas. Expresiva y escultóricamente pintados, de torpe estatura, posados en paisajes terrestres y urbanos, desprenden una sensibilidad vulnerable y poética. Con múltiples capas, su extraña fuerza es su fragilidad, testimonio del método pictórico háptico y directo del artista, en el que la estratificación se convierte en una condición liberadora de algo nuevo.

Una suposición inmediata sería considerar el arte de Ham como (Nuevo) Brut Art, frase acuñada inicialmente en la década de 1940 por el pintor francés Jean Dubuffet, o el posterior Outsider Art, término introducido por el crítico de arte Rodger Cardinal en la década de 1970. Aunque estos temas pueden ser relevantes a la hora de fundamentar nuestra interpretación del arte de Hams, se quedan cortos a la hora de situarlo en un contexto contemporáneo. En una conversación reciente, trazamos hilos conductores con el pintor alemán Mark Lupitz y el movimiento Young Wild de los años 80 y 90. Sin embargo, aunque hay cruces definidos, no podemos entender inmediatamente la práctica de Hams en la vena política que recorría a sus colegas vecinos. 

Encontrar puentes de distintas fuentes es laberíntico. Vemos tradiciones pictóricas clásicas que tratan un aspecto psicológico y existencial, también incrustadas en la obra de Hams. Los arquetipos desempeñan un papel importante en las figuras de Ham. Por un lado, nos enfrentan a lados de nuestra fragilidad y, simultáneamente, cuestionan nuestro entendimiento colectivo y subconsciente de que estamos solos. 

Las figuras de Ham rara vez vuelan juntas. Pueden residir en el mismo lugar o espacio, pero su presencia es la de jinetes solitarios. Puede que interactúen, pero ¿actúan con una causa exacta? ¿Tienen las mismas intenciones? Estos aspectos de la crisis sitúan a Ham en el ámbito postdigital que sustenta su importancia en la pintura contemporánea holandesa. 

'' ()
'' ()
'' ()
'' ()
'' ()
'' ()
GALERÍA