
Jamie
Bragg
Jamie Bragg (nacido en 2001 en Watford), que trabaja principalmente como pintor, trata de explorar la intersección entre los modos fotográfico y analógico de creación de imágenes. Abrazando la fácil relación de su generación con la imagen fotográfica, Jamie trabaja exclusivamente a partir de imágenes preexistentes, seleccionadas de fuentes como fotografías familiares y referentes en Internet. Sus cuadros mezclan intrincadamente temas cotidianos con experiencias personales, uniendo recuerdos individuales y colectivos para captar las tiernas complejidades de la vida mundana. A través de sus capas de pigmento, Jamie explora ideas como la identidad, el dolor, el aislamiento, el deseo y la seguridad.
Una vez que el tema se revela, Jamie se dispone a plasmarlo al óleo sobre madera recuperada o lienzo tensado, utilizando una serie de técnicas, desde zonas de empaste y pasajes de raspado, hasta el rascado y barrido de la pintura de la superficie, disolviendo la claridad absoluta del tema. Para el artista, la forma en que se maneja la pintura en relación con su referente fotográfico tiene una importancia especial, oscilando entre modos más representativos y abstractos de aplicación de la pintura para nutrir mejor el compromiso narrativo. Junto a estos métodos pictóricos, Jamie recorta brutalmente muchas de sus composiciones, despojando a su referente fotográfico de cualquier contexto, narrativa reconocible o función didáctica. Al permitir que la imagen se desvanezca de la percepción fácil, las pinturas de Jamie vibran entre la coherencia y la ilegibilidad, explorando el poder de una imagen para comunicar y retener simultáneamente.
Más recientemente, Jamie ha estado trabajando a partir de una serie de fotografías tomadas por su bisabuelo cuando estaba destinado en el norte de África y el Levante. Oscuras y luminosas a la vez, las composiciones, que van desde serenos paisajes en tonos pastel de vacas pastando hasta entrañables escenas de camaradería, tienen algo de otro mundo. Estas tiernas reimaginaciones seducen y repelen al mismo tiempo, oponiendo el contexto violento y problemático de las fotografías originales a la naturaleza seductora de una imagen pintada. Dentro de estas composiciones, el archivo se convierte en un lugar para la introspección, que explora las relaciones familiares, el patrimonio, las ideas de masculinidad y las formas en que nosotros, como individuos privados, podemos ser cómplices de narrativas políticas de explotación más amplias.

