Loren Erdrich es una pintora que vive y trabaja en Nueva York.

Evocando el tacto de las prendas teñidas a mano, pinta sobre muselina cruda con agua, tintes, pigmentos y otros medios a base de agua, creando imágenes que existen en algún lugar entre el mundo terrenal tangible y el más allá espiritual. Las formas surgen y se disuelven a lo largo del proceso mientras busca el equilibrio entre los movimientos naturales del material y sus voluntariosos actos de control.

"El núcleo de mi práctica artística es una colaboración deliberada y abierta con mi medio, que me lleva a descubrir cada cuadro. Algunas partes de cada obra se completan antes de estirarlas, ya que pinto ambos lados de la tela, dejando que la pintura se filtre y absorba el color de pinturas anteriores a través de la tela. Los materiales, junto con mi inventiva para utilizarlos, se enfrentan a cualquier límite que se les ponga por delante".

Dioses y monstruos rondan los cuadros, tomando sus señales físicas y alegóricas de los materiales con los que fueron creados. Las figuras son semipermeables, se confunden con el entorno que las rodea y se niegan a reconocer la separación entre el exterior y el interior, entre este mundo y el otro. Los cuadros resultantes están habitados por figuras y entornos que actúan como piedras de toque del mundo invisible.

En el ejercicio escolar de "mostrar y contar", le interesa más mostrar que contar. Aunque no desea volver a narrar mitos antiguos, ni siquiera formular los suyos propios, Loren espera crear el esbozo de un nuevo mundo en el que puedan formarse nuevos mitos y del que pueda extraerse un nuevo significado.